Coaching Social: Ese desconocido que puede hacer tanto por ti (Si no te es más cómodo odiar a tu ex lo que sea, por lo que sea que te hizo).
Teníamos una cuestión pendiente: ¿Qué hacemos con nuestra amiga la nutria? (ver entrada anterior) Evidentemente nosotros nada ya que somos simples (o complejos, allá cada cual) espectadores de la historia. Sin embargo tenemos al oso hormiguero aguantando gritos.
Pero recordemos dónde nos quedamos: Una reunión de animales variados, preocupados por la tristeza en la que ha caído un león. Apartados de todos ellos, una nutria (la nutria cenutria, según Mar, mi hermana putativa). Está nutria es presa del resentimiento hacia un amigo que, según ella, había prometido acompañarla a la reunión. Es tal su grado de ofuscamiento, que no le permite incorporarse al encuentro faunístico. Aquí fue cuando tuve que cortar la narración con estas palabras:
Pero para que os entretengáis pensando un rato (si os apetece), os dejo una cuestión filosófica, práctica y social: ¿Qué le dirías a la nutria? ¿Cómo la ayudarías a salir del estado de cabreo total en que se encuentra? ¿Cuál sería tu estrategia?
Así que el oso hormiguero, que como recordaréis estaba a su lado muy preocupado, le comentó ¿Entonces tu amigo el nutrio te prometió que iba a venir hoy?. Sí, dijo en voz alta la nutria, siendo capaz, poco a poco, de tranquilizarse y dejar de gritar (lo que agradecieron unos conejos que tenía la madriguera muy cerca y estaban intentando echarse una siesta). Siempre me deja tirada. ¿Siempre? preguntó el oso hormiguero, con cara de póquer para que la nutria no notase lo extrañado que estaba. ¿Te deja siempre tirada cuando vienes aquí? No, respondió casi sin pensar la nutria. Solemos venir juntos. Pero el otro día íbamos a ir a nadar a un río detrás de la montaña, y me dejó plantada. El hormiguero, tras unos segundos, comentó así, como medio preguntando: ¿Te dejó tirada, sin darte una explicación ni nada? Casi. Por la noche me vino a ver, cojeando, porque se había hecho daño en una pata. Entonces, lo de «siempre me hace lo mismo» ha sido hoy, y un día que se lastimó la pata… La nutria bajó algo el tono: Bueno, sí, tal vez he exagerado un poco. ¡Pero me lo había prometido! La nutria se había «venido arriba» otra vez. El plantígrado intentó calmarla: Espera, tranquila… Vamos a ver. ¿Tu amigo al que llamas el nutrio, a pesar de que no es gramaticalmente correcto, te dijo: te prometo que voy contigo a la reunión de animales? No, pero dijo que seguro que venía… o casi, respondió ella. ¿Casi? pregunto el oso hormiguero conteniendo la sonrisa para que la nutria no se sintiese molesta, ¿dijo «casi» seguro? Pues sí. ¡Y no ha venido el muy …! Vaaale, la detuvo el hormiguero al ver que empezaba de nuevo a chillar. ¿No crees que ya has insultado bastante a alguien que la única vez que te ha fallado en una cita fue porque se hizo daño en una pata y que su promesa fue «casi seguro que voy»? A la nutria se le puso cara de niña a la que han pillado con las manos en la caja de las galletas (lo que para ser un nutria es un gran esfuerzo de expresión), y dijo: «O seguro que voy, o lo intento pero no lo sé seguro…» ¡Pero él sabe que odio venir a estos sitios sola, que me siento fatal! (Increíble la capacidad de esta nutria para entrar en cabreo) Vale, vale, vale… Entonces, ¿qué te entristece y enfurece a partes iguales, el que el nutrio «haya incumplido una promesa como hace siempre», o que te sientas mal porque vas a ir sola a la reunión? Lo segundo, dijo para resumir la nutria. ¿Y qué vas a hacer entonces? preguntó el oso. Irme a casa, fue la respuesta casi automática de la nutria. Y el oso siguió: ¿Farfullando e insultando al nutrio? No, dijo la nutria. Él no tiene la culpa de que yo sea así. ¿Y si me acompañas a mí a la reunión, que tampoco me gusta ir solo?, peguntó sonriente el oso hormiguero. La nutria no dijo nada. Sólo sonrió y se fue con su nuevo amigo. Al fin y al cabo, ambos tenían curiosidad por saber por qué estaba triste el león.
El resentimiento sólo nos hace daño a nosotros mismos, además de impedirnos ver las situaciones desde otro punto de vista que no sea el que alimentamos con veneno (o mala leche, según cada cual). Y cuanto más tiempo pase mayor será el daño. Si vives en el resentimiento hacia algo o alguien (jefes, amigos, despido, familiares, el descenso de tu equipo a una división inferior, lo que sea) consulta a tu coach social de cabecera. Es un consejo de… bueno, es un consejo mío, que ya he vivido el gran lastre existencial que te puedes quitar de encima cuando sales del resentimiento.
Besos y besas a todas y todos.
Cada día te superas más, tú no eres un coach como manda los cánones, eres La Fontaine, reconvertido al S XXI.
Ojala muchos de los que enseñan a «entrenar», tuvieran un poco de lo que tu tienes.
Te deseo un gran futuro a tí, a tus seguidores.
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Alabo tu criterio, pero sin juzgarlo. Vamos, que no te voy a decir si estoy o no de acuerdo contigo. Sólo te lo agradezco y, ya puesto, te animo a que lo compartas. Un abrazo.
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Fernando Gran Oso Hormiguero:
Eres un sabio y un maestro. Y te preocupas por leones entristecidos. ¿Se puede ser más ? Y encima alto … Creo que la Vida te es muy propicia, Amigo.
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No sabía que era un nutrio !!!!!
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Ni yo, pero ¿Quién soy yo para dar una lección de lenguaje humano a una nutria?
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Muy buena esa lección!!!
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Casi siempre me sacas una sonrisa… 😛
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