¡Seremos animales! /Coaching Social (Porción VI):

Coaching Social: Ese desconocido que puede hacer tanto por ti  (Aunque hoy, más que coaching, es sentido común. Al menos el mío).

Una serpiente, una cebra, una persona y una urraca van caminando por la espesura… ¡Ey, yo no camino!, dice la urraca, yo vuelo. Y yo voy al paso porque sois unas lentas, presume la cebra, porque bien podría ir al trote o al galope. Y claro, la serpiente no iba a ser menos… Yo no camino, sino que repto. ¿Eres una reptil?, preguntó la urraca, que de animales terrestres no entendía mucho. ¡¿Cómo se te ocurre llamarme reptil?! ¿Acaso no notas la diferencia entre los andares de pato mareado de los lagartos y el elegante y sinuoso contoneo de mi grácil cuerpo? ¡Con los patos no te metas, que son primos míos! ¡Vale, vale! Dijo la cebra poniendo paz. Aquí, el único animal que anda es la persona y no dice nada. Perdonad, se disculpó el ser humano, es que no estoy acostumbrado a participar en una fábula que se supone que son cuentos protagonizados por animales que hablan entre ellos. Además, cuando ha empezado este cuento, no os molestéis, pero pensé que iba a ser un chiste… Los demás animales la miraron con cara de estupefacción (sí, en las fábulas los animales pueden poner cara de lo que sea, para ayudar a entender sus emociones)… (bueno, en las demás fábulas no lo sé, pero en ésta sí, qué pasa). ¿Un chiste? preguntaron la urraca, la serpiente y la cebra a la vez. Claro, respondió la persona, el típico chiste de «va un inglés, un francés y un español…» ¡Para, para, para! Le paró (valga la redundancia) la serpiente. Antes de explicarnos por qué te parece un chiste, estaría bien que nos dijeras qué es un chiste. Y la persona se sentó en una piedra para contárselo. (y yo aprovecho para cambiar de párrafo y así podáis respirar física y mentalmente).

Una vez acomodada la persona, y el resto de los animales sentados a su alrededor, comenzó su explicación: ¿Vosotras sabéis lo que hacen las hienas?, preguntó. ¿Comerse a los cachorros de los leones? Preguntó orgullosa la serpiente. O de las cebras, ratificó la urraca… Ay, no me lo recuerdes, dijo compungida la cebra, que yo tengo un gran trauma desde que de pequeña casi me alcanza una manada de hienas. Aún tengo alguna cicatriz en el culo, con perdón. Pobre, ¿y lograste escapar? Preguntó afligida la urraca, cerrando el pico en ese momento mientras se prometía que no volvería a hacer una pregunta sin pensarlo antes. La persona fue el único animal que respondió: ¡No, no pudo escapar a tiempo! Y se echó a reír. ¡La cebra que vemos aquí es un fantasma! Y se rió con más fuerza. La urraca tenía la cabeza escondida bajo el ala, mientras la cebra y la serpiente miraban a la persona. El ofidio siseó: ¡Pareces una hiena!, persona. ¡Pues claro!, exclamó muy contenta la persona. ¡Me estoy riendo… ¿veis?, como si fuera el chiste que os decía antes! El chiste sirve para producir la risa, que es una expresión de alegría intensa y concentrada. La urraca no entendía nada, pero pensó que era porque aún estaba avergonzada por la pregunta tan tonta que había hecho. Fue la cebra la que intentó poner en palabras la extrañeza que sentían las tres: ¿Estás sintiendo un momento intenso de alegría porque la urraca ha soltado una pregunta estúpida por lo obvio de su respuesta y que además la está haciendo pasar un mal rato. ¡Claro! continuó la persona, que seguía sin darse cuenta de lo que estaba pasando. ¡Esto es humor!, y por eso me río. Pero claro, continuó pavoneándose, es algo exclusivo de los seres humanos, así que los animales no podéis entenderlo. Los otros tres animales se miraron entre ellos, sobre todo la urraca, que al tener un ojo a cada lado, lo pudo hacer con una sola mirada. Querrás decir El Resto De Los Animales… dijo muy digna y con mayúsculas la serpiente. Por favor, soltó con gran condescendencia la persona, los seres humanos estamos por encima de los animales. Ofendida, la cebra le relinchó a la cara: ¿Ah, sí? Entonces ¿cómo te explicas que estés hablando con nosotras en una fábula, eh? La serpiente y la urraca se unieron al último eh: ¿eh?, ¿eh? La persona, sin poder, y probablemente sin querer disimular su sentimiento de superioridad, lo explicó. Si estuviésemos a la misma altura, os habríais reído de la urraca cuando ha preguntado si la cebra se había escapado de las hienas cuando era cría. La cebra, que tenía un primo caballo que había vivido con personas y algo le había contado, propuso. ¿Os parece que lo aclaremos en el párrafo siguiente. Dado que hubo acuerdo, decidieron estrenar un párrafo nuevo.

Continúa, cebra, dijo la persona con el tono que cualquier especie utiliza para dirigirse a sus crías antes de enseñarles una lección. Gracias, dijo la cebra, y comenzó su razonamiento: Yo he compartido que de pequeña fui atacado por una manada de hienas y que desde entonces tengo pesadillas por el trauma. La urraca, desde una mezcla de empatía y pasión, me ha preguntado si logré escapar, y en ese mismo instante se ha dado cuenta de lo tonto de su pregunta y casi se muere de vergüenza… Y tú, ante estas dos situaciones dolorosas para nosotras, te empiezas a reír, que según vuestra RAE es un Movimiento de la boca y otras partes del rostro, Que Demuestra Alegría (como veis, volvió a usar las mayúsculas). Y por eso, como especie, te sientes superior al resto de los animales. Vamos, que te crees menos animal porque te has reído, resumió la serpiente. Lo he entendido, serpiente, y sí, sí es como me siento, sentenció la persona. La urraca, habiendo sustituido su vergüenza por una gran curiosidad, preguntó: ¿Y sobre qué suelen tratar esos chistes con los que tanto os reís y que os hacen tan superiores. La persona, creyendo ingenuamente que había demostrado al fin su preponderancia, y desde la altura que ésta le proporcionaba, se lo contó: Pues con los chistes nos solemos reír de otras razas, del sexo contrario, de los que tienen capacidades diferentes, de los de equipos contrarios, otros países o ideologías distintas… Pero vamos, siempre buscando el supuesto defecto, el tópico exagerado y, en caso de los contrarios en cuestión de equipos, países, creencias o ideologías, riéndonos de su error, fracaso, pérdida, o cualquier elemento que le produzca dolor.

¿Sabes, persona? preguntó la cebra, a lo mejor llevas razón y no sois tan animales. De hecho, me quedo con las hienas. Es verdad, ratificó la urraca, las hienas sólo quieren alimentarse. Y cerró la serpiente: Pues sí, os queda muchísimo para llegar a ser animales como el resto. Suerte en el intento.

Así iban avanzando una urraca, una serpiente, una cebra, y una sonriente persona, sabedora que era la más evolucionada da todas las criaturas.

PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN. Me ha vuelto a pasar. Me he sentado a escribir sobre el león triste, que espera desde hace un par o tres de entradas de blog a dar a conocer su historia. Pero según he empezado, y me he dado cuenta de que parecía el comienzo de un chiste, pues nada, que mis dedos se han vuelto a independizar y me he convertido en el primer lector de la historia que acabáis de leer. Así que, como no estaba ni preparada ni pensada, pues me da la impresión de que no tiene moraleja… ¿O sí,? ¿Qué creéis? Me encantará conocer vuestra opinión. Gracias.

Besos y besas a todas y todos.

7 comentarios sobre “¡Seremos animales! /Coaching Social (Porción VI):

  1. Bueno, yo creo que reírse de los defectos y de las desgracias no es creerse superior si no se hace a mala fe, y si eres capaz de encajar la misma broma hacia ti mismo que la que haces a los demás.

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  2. De las personas de las que hablo no son las que se ríen de si mismos (no me gusta la expresión «ser capaz de reírse de si mismo» porque no lo considero una «capacidad», sino un disfrute). Lo que me preocupa es el odio que hay detrás de algunos chistes. Cuando alguien hace humor desprestigiando y consolidando territorios comunes falsos sobre determinados grupos de personas. Tras una final importante, los jugadores que han ganado suelen consolar a los que han perdido. Sin embargo las redes sociales se llenan de «sangre» hacia los perdedores, incluso de aquellos que ni siquiera son del equipo ganador. Sencillamente odian al otro equipo (valgan como ejemplo Barsa-Real Madrid y viceversa).

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  3. El humor, el buen humor, salva vidas. El basar la risa en denigrar a otros es muy fácil y deberíamos evitarlo pero creo que todos los hemos hecho alguna vez incluso sin plena consciencia de ello. A los que lo usan como arma arrojadiza, no les bailo el agua. Deliciosa fábula, de muy refrescante lectura.

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